miércoles, 10 de febrero de 2010

¡Ay de mi cultura, Cultura!

El sepulcro colectivo de Corredor de los Zumacales es un fenómeno megalítico en el Valle Medio del Duero, por dos hechos diferenciadores; por su escasez en la zona y por haberse construido en un lugar donde no abundaba la piedra adecuada. También es notable porque entre otros restos parece ser que se encontraron dientes humanos perforados, usados como ajuar dicen unos, aunque otros apuntan que bien pudo ser un problema de caries.

Aunque lo cierto es, que allí se encontraron los restos de 18 adultos, dos mozos de unos 15 años y dos niños más, de 5 y de 10 años, que son nuestros antepasados de hace 6.200 años.

Descansaban en paz en su dolmen del Pago de los Zumacales cerca del límite entre Simancas y Arroyo, hasta que por los años 60 del pasado siglo, una pala excavadora que trabajaba para la Concentración Parcelaria lo arrasó parcialmente. Pero no fue sino hasta 1983 que se propuso declararlo monumento histórico para protegerlo: se dice en el documento de la Real Academia de la Historia “…restos de una cámara circular de unos 6,5 m de diámetro y del arranque de un corredor, al parecer, previa y deliberadamente maltratado”.

Tuvo que ser el académico Blanco Freijeiro, de la Real Academia de la Historia, quien tras exponer que “…si el avanzado estado de ruina en que el dolmen fue hallado no aconseja su reconstrucción, si se estima, en cambio, conveniente preservar el yacimiento de la acción deletérea que sobre el se ha venido ejerciendo…”, consiguió que en mayo de 1983 fuese declarado Monumento histórico-arqueológico.

Pero al dolmen, esa declaración de monumento no le sirvió de gran cosa. Contrastando fotografías antiguas con el aspecto que hoy ofrece, deprime comprobar la falta o desplazamiento de multitud de piedras y el empequeñecimiento del recinto. La carencia de una verja metálica que defina su entorno, así como la ausencia de señalización vial que lo publicite, la suciedad de los caminos que conducen a él (hay varios vertederos incontrolados), el desconocimiento de su ubicación y la falta de información, todo aboca a su olvido y a su destrucción total en no mucho tiempo.

Por ello y a la vista del abandono en que ha estado, está y estará (dada la falta de sensibilización cultural que padecemos), algunos expertos opinan que lo mejor sería enterrar lo que queda para que no progrese su destrucción, y a esperar que vengan tiempos mejores para la Cultura.

Y otra señal de identidad cultural que perderemos.

Fermín.

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