martes, 31 de agosto de 2010

LAS PIEDRAS DE LOS ZUMACALES

Raúl Martín Vela
Arqueólogo
Departamento de Educación y Acción Cultural
Museo de Valladolid


Existe en Simancas un pago conocido como Los Zumacales, un pequeño altozano respecto a las tierras de labor que lo preceden. Allí, como aflorando del subsuelo surgen un conjunto de bloques de piedra que asemejan un corro pétreo, que sin duda gozaron de tiempos mejores y que el paso del tiempo dejó en semejante estado. Pues bien, en este lugar hace unos 6000 años, una pequeña comunidad humana decidió depositar a sus seres queridos en la última morada que les llevaría a hacer el viaje al más allá. Es el dolmen de los Zumacales una tumba colectiva –aunque después matizaremos este aspecto- donde las primeras sociedades agrícolas y ganaderas asentadas en el interior meseteño levantaron este sepulcro megalítico apostando definitivamente por una arquitectura monumental destinada a usos funerarios.
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La tumba megalítica de los Zumacales constituye un buen ejemplo de arquitectura funeraria del periodo conocido como Neolítico. Las evidencias documentadas durante la excavación arqueológica dan cuenta de los restos de un sepulcro de piedra de cámara circular a la que se accedía por un pasillo o corredor. La diferencia respecto al clásico dolmen de piedras hincadas verticalmente –como ocurre en la zona de La Lora burgalesa- es que las piedras que conforman la cámara mortuoria de Los Zumacales reposan tumbadas sobre sus lados mayores, lo que hace suponer que el resto del paramento hoy desaparecido se debía de componer de hiladas de piedra o de tapial pintadas en rojo como sugiere el profesor Germán Delibes. En el interior de la tumba se encontró todo un calavernario de huesos inconexos – excepto tres inhumaciones en correcta conexión anatómica- acompañados de una suerte de ajuares funerarios consistentes en útiles de piedra tallada, hachas pulimentadas –las piedras de rayo-, punzones y espátulas de hueso, cuentas de collar y algún que otro fragmento cerámico. El estado removido de los huesos evidencia un uso prolongado de la tumba, realizando reducciones periódicas de los enterramientos con el objeto de alojar nuevas inhumaciones.

Ahora bien ¿que significan estos monumentos? La presencia de estos túmulos nos habla de una mayor complejidad social plasmada en el momento de llevar a cabo las honras fúnebres por parte de las poblaciones neolíticas. La construcción de un sepulcro de estas características implica necesariamente la colaboración de la gran mayoría de los miembros de la sociedad. El traslado de los bloques de piedra necesarios para su construcción desde puntos alejados da cuenta de la obligada participación. Esto llevó a pensar que estos grupos humanos se organizaban en una especie de sociedad comunal e igualitaria, donde todos colaboraban en la construcción de la tumba destinada a albergarlos por igual. El análisis de los enterramientos y de los ajuares que acompañan a los inhumados desmiente esta afirmación, ya que por un lado dentro de la tumba no existe tal representación y por otro la presencia de ajuares de cierta riqueza y exotismo diferenciaría a unos miembros de otros. En la actualidad se cree que son una especie de símbolo del que se sirvieron algunos miembros de estas comunidades que están acumulando riquezas y por lo tanto cierto protagonismo social, para perpetuar una situación que ciertamente les favorece. Encabezando un falso discurso igualitario donde se propone construir “la tumba de todos y para todos”, estos miembros destacados consiguieron mantener una posición preeminente y de cierta autoridad dentro de su comunidad.

Espacialmente se advierte una predisposición meditada de estos monumentos y concretamente el de los Zumacales. Suelen localizarse en zonas con buena visibilidad pareciendo querer mostrar una permanencia continuada en el lugar, un símbolo de propiedad de la tierra que se trabaja, donde la presencia monumental de la tumba de sus antepasados debería de ser suficiente para disuadir a otros grupos humanos de asentarse en un territorio ya ocupado y controlado por aquellos que erigieron el dolmen.

BIBLIOGRAFÍA:
DELIBES G., ALONSO, M. y ROJO, M. (1987): “Los sepulcros colectivos del Duero Medio y las Loras y su conexión con el foco riojano. El megalitismo en la Península Ibérica, Ministerio de Cultura, Madrid.
DELIBES, G. (1997): “Prehistoria y protohistoria”, en Wattenberg, E. (coord.) Museo de Valladolid, Colección Guías Museos Provinciales, Junta de Castilla y León.
DELIBES G., HERRÁN J.I. (2007): La Prehistoria. Biblioteca Básica de Valladolid. Diputación de Valladolid.

3 comentarios:

..... dijo...

Querido Fermin, podrias especificar donde se encuentran estos restos?
Muchas gracias

Fermín dijo...

Hola.
En mi Google Earth está situado en las coordenadas 41º36'22.07 N y 4º49´09.18 O a 734 m de altitud.
Mirando desde la gasolinera que hay en la Autovía dirección a Valladolid y al otro lado de la carretera, se ve un cartel señalándolo a unos 500 m.
Y andando se accede desde el cruce de Cuatro caminos (que hay en el Camino de Santiago), caminando por el sendero que sale paralelo a la Autovía y en dirección a Arroyo, a unos 1.500m de Simancas.
Saludos cordiales.
Fermín

Gus Galdi dijo...

http://www.panoramio.com/user/8365037/tags/NEOLITICO

Mirad las imágenes y despues pinchad en el mapa y así obtendréis la localización del Dolmen de los Zumacales. Es una pena que el Ayto. no mande una mañana a alguien a adecentar un poco la zona con esa hierba especial que no necesita de tanto agua.