.- Los medios de comunicación coincidiendo generalmente con los momento en que estamos relajados, aprovechan para enseñarnos, con el mayor detalle posible, todas las catástrofes y lacras que soporta la humanidad, y nos muestran inundaciones, incendios, desastres, guerras, pederastia, hambre, violencia, droga, accidentes, incendios, miseria, pedofilia, etc., que indudablemente debemos conocer.
Pero la consecuencia de este abuso informativo, produce un efecto perverso consistente en que como individualmente no podemos hacer nada contra tantas calamidades a la vez, se banaliza, no nos involucramos y nos convierte en pasotas, creándonos la idea de que alguien ya actuará: una ONG, una institución benéfica o la comunidad de regantes del Bierzo, o sea, otros. Y nos inhibimos pasando a lo siguiente, y al cabo del año nos enteramos que nadie hizo nada: Haití sigue igual que quedó tras el terremoto (como ejemplo).
Pero no es así exactamente, os sugerimos ver el video
http://rsanzcarrera.wordpress.com/2011/01/15/coca-cola-razones-para-creer/ con el que (salvo la incorporación de la publicidad) estamos totalmente de acuerdo.
.- Con la política pasa algo parecido, continuamente recibimos mensajes del mundo entero sobre: corrupción, nepotismo, pelotazos, injusticias, violencia (verbal e institucional), dilapidaciones, ineptitudes, prevaricaciones, inmoralidades, ineficacias, mentiras, etc. También nos crea apatía, despego e inhibición, que se transforma en un “anda y que se maten”, y los dejamos hacer. Pasamos a ser apáticos políticos.
La diferencia fundamental entre ambas es que las catástrofes naturales muchas veces no está en manos de los humanos el evitarlas, pero las políticas si; algo así como que: sobre las catástrofes no podemos hacer nada y sobre los destrozos políticos no queremos hacer nada
Pero tampoco es así exactamente. Sugerimos nuevamente ver el vídeo.
.- La política es una profesión digna e indudablemente vocacional pero acompañada de comparsas que se limitan a hacer lo que les mandan o a estar porque les ponen y malos hábitos que empobrecen lo que tocan.
Y como en todo, si algo quieres algo te cuesta, parece que no estamos muy dispuestos a que mejore el servicio. Quizás porque ya nos domina la apatía política.
Pero tampoco debería ser así exactamente.
Y aplicado a Simancas:
.- ¿no merecería la pena probar?
.- ¿no habrá nuevos valores (dentro o fuera de los ya clásicos partidos) que puedan restituirnos la ilusión perdida y las ganas de ser un colectivo que crece en vida social y vecindad?
.- ¿Seguiremos votando por rutina a partidos que se limitan a nombrar al becario de turno (“a disposición de mi partido para lo que me manden”), para rellenar su curriculum a costa de hundir a un pueblo?
Y lo otro, dentro de un año.
Fermín.