martes, 5 de abril de 2011

Retazos de la historia.


Bueno, Simancas debió tener al menos cuatro ermitas de las que sólo se conserva la de Nra. Sra. del Arrabal, situada al este de la Villa y donde se celebra su festividad con gran afluencia de público. Su construcción, hará unos 50 años, sustituyó a otra que ya existía y cuyas particularidades podemos conocer porque recientemente han caído en nuestras manos unas copias de antiguos documentos que merecen conocerse.

La primera referencia es de 1641, cuando el pueblo entero, con la firma de 86 vecinos, pidieron que el día de 8 de setiembre se declarase festivo para honrar debidamente a su Patrona. Definieron con mucho detalle como querían que fuese la festividad, por ejemplo:


.- que se acudiese desde la Iglesia Mayor a repique de campana. (*).


.- que después de la Misa se diese una vuelta alrededor de la Ermita. (*).


.- que asistieran todos; y la Justicia persiguiera y penara a quien no acudiese con 200 maravedís y 500 si era autoridad, etc.


En 1680 “un gallego la robó el plato y vinajeras de plata de la susodicha iglesia, y en algunos días que anduvo con estas alhajas solo pudo llegar hasta el lugar de la Mudarra, que dista cinco leguas de esta Villa en donde se le encontró con ella, y habiéndosele traído preso se le condenó a cien azotes y se le dieron por las calles de esta Villa y después se le desterró de ellas”.


La siguiente referencia es del regalo que un simanquino, Diego Gallego y Morán, envía desde Guamanga en Perú, hoy Ayacucho, donde era Regidor perpetuo en 1725, consistente en una lámpara de plata y 200 pesos en efectivo para cubrir todos los gastos que se originasen. Este ejemplo cundió, y en 1756 un hijo del anterior, Diego Gallego Cimoron, también simanquino residente en Cádiz, regaló varios objetos de culto en plata más 90 pesos. Y en 1759 Antonio de Ayala, desde la ciudad de Santa Fe de Bogota, regaló un cáliz en plata dorada “con treinta y ocho esmeraldas con sus engastes en oro”.Y hubo más: órgano, alfombras, púlpitos, etc.


Por eso “cierto día de 1882, reunidos el maestro, sacristán, organista y escribiente de esta obra, tuvimos la gran curiosidad de pesar las alhajas y dieron el resultado siguiente:



Peso de las alhajas


Lib. Onz. Kg


10 12 4,945. Las lámparas, la una diez libras y doce onzas.


11 00 5,060. Y la otra, once libras.


01 14 0,863. El cáliz una libra y catorce onzas.


00 08 0,230. Vinajeras y platillo ocho onzas.


00 11 0,316. Corona y cetro de la Virgen once onzas.


00 08 0,230. Corona de la Virgen de la Soledad ocho onzas.


00 01 0,029. Potencias del Niño una onza.


25 04 12,593. Peso total de las alhajas.


“He tenido el gusto de estampar este prodigio para perpetua memoria y aumento de esta obra; y que sepan nuestros sucesores es cierto y verdadero pues le consta a este honroso vecindario que lo ha presenciado en 1882”


Y volviendo atrás, en 15.05.1761, la Ermita estaba deteriorada de nuevo y para pagar las obras Carlos V emite un Real decreto desde Aranjuez, por el que se fija un arbitrio sobre lo que era mas abundante, el vino; por cada cántara (16 litros) de vino que se vendiese se pagaba un azumbre (2 litros) y cuatro maravedís, durante seis años. Esto era el IVA de entonces, pero mejor, porque tenía fecha de caducidad. Se cobró, se arregló y se quitó el arbitrio: no como ahora que es como aquello de “Santa Rita, Rita; impuesto que se pone, no se quita”.


La francesada, en julio y agosto de 1812 acampa en la Ermita y “apenas se hallaba sitio en el término que no se encontrasen tropas de los enemigos” y “aconteció que teniendo un grande y espacioso moral,… contiguo a su Ermita a la parte del naciente encima del camino que va a Arroyo,…le cortaron para con su ramaje cocer los ranchos, poniendo fuego encima del tronco y le queman (*). De sus cenizas y gracias a los cuidados de un vecino surge el milagro”, al año retoña y se convierte nuevamente en un hermoso árbol que durará casi hasta nuestros días. Hoy un aprendiz de morera ocupa su espacio al lado de la Ermita.


Posteriormente en 1824 nos cuentan que la fachada de la nueva iglesia amenazaba ruina próxima con “el peso de las campanas colocadas en ella y las cornisas de piedra”; y al finalizar los festejos de ese año se sube la imagen a San Salvador retornando al iniciarse las fiestas del año siguiente.


En 1846 “se renovó toda la Fachada y se pintó de color pajizo: además se hizo retejo General y se blanqueó toda la Iglesia de arriba abajo”. Y “se remató el 7 de setiembre del susodicho año”.



Definitivamente su vida acabó “sin estar en un grado de deterioro

que lo justificara” en opinión de algunos, la que había sido la Ermita de mayor tamaño de Castilla”.

Fermín. (*) ¿Hoy forma parte de nuestras tradicionales fiestas?

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